Jhonatan Salazar Fernández
(Yauyos, 1986)
171 Retrato de mujer
172 Leandro Andrés
173 Manos mágicas
174 Sex
175 Noche y día
Jhonatan Salazar Fernández. Licenciado de la facultad de Sociología de la Universidad Nacional del Centro del Perú. Es autor de “Cien años de Huancaya, Yauyos y el Perú”. Sus escritos poéticos aparecieron en 2 libros de coautoría: Canto crepuscular (Jhonatan Salazar Fernández y Nelson Lozano Gago en 2014) y Vuestra tierra y otras dulces poesías (Jhonatan Salazar Fernández, Benito Segura Jiménez y Nilthon Vilchez Bruno en 2014).
Jhonatan Salazar Fernández en Almandino
(Por Alberto Sánchez Guillén)
La imagen de la mujer como la expresión de la vida se manifiesta en el cuerpo. En los poros de su piel resurge el deslizamiento del alma y decide quedarse en él. Su continuidad nace en todo lo que el manto habita. En “Retrato de mujer” el erotismo se dibuja en el cuerpo de los amantes, cuando las apariencias se desprenden y la desnudez muestra sus ojos vivos, ya nada le impide el peso del cuerpo y se eleva en las melodías del nuevo encuentro.
“Desprenderte de tus vestidos
que ocultan tu belleza,
quitarte cada prenda
como logro de grandeza”
En “Leandro Andrés” se evoca a un otro que es como una semilla sembrada en nuevas tierras, que crecerá al cuidado de manos que siempre estarán pendientes de él en una relación de interdependencia constante.
“Seremos tu soporte,
quizá tu motivo de vida,
y tú, nuestra esperanza
en la nubosidad del sueño”
Las escenas que más recurren a la memoria son de los que no saben detenerse. De la rebeldía y la terquedad que uno suele tener, como si este mundo fuera un poco de nuestra pertenencia. Y lo que sí sabe el hombre es deshojarse y consumirse como la ceniza en el viento.
En “Manos mágicas” es un canto infinito a la madre. Aquella que teje los hilos de la morada y nos predispone a la existencia y sus avatares.
“Manos mágicas que atienden mis dolencias,
acarician suavemente mi endeble figura
batallan hábilmente en medio de un país en fisura”
Aquella madre esta provista de manos para todas las direcciones. El hijo siempre será el niño a quién podrá ceñir en sus brazos, aunque los años en la piel tarden en despertar, la memoria lo traerá una y otra vez.
“En tu amor de madre
se evapora mis lamentos,
renace mis pensamientos”
Aunque el tiempo quiera despojarnos del sentido de pertenencia, nace en el yo poético aferrándose a las manos de la madre, “a quien le pertenece” en quien siempre recurrirá para tomar un sorbo de vida y seguir volando.
“Esta vida no es la mía, es la tuya,
la que me ofreces cuando siento que ya no vivo”
En “Sex” nuevamente el erotismo brota entre los cuerpos y envuelve la escena en el deseo apasionado de los amantes. Toma a las prendas como aquella que esconde la belleza de la mujer y tiene que despojarse y mostrar el lenguaje que oculta el cuerpo.
“Reafirme lo molesto que son las ropas
y mientras observábamos nuestros cuerpos
era inevitable que se atrajesen cual imanes”
En “Noche y día” se manifiesta como dos entes, en el yo poético la noche juega un papel muy íntimo, donde las apariencias salen a flote y la tentación está provocando al hombre a sumergirse y cometer los vicios del cuerpo. El día, al contrario, es la que con su sobriedad hace que el hombre actué con moralidad y normalidad.
“En el día parecemos ser,
en la noche somos mortales reales
que surcamos la selva de cemento
sin la máscara de la apariencia”