Poetas jóvenes representativos de la macroregión del centro
Prólogo de Almandino, tomo I (2019)
por Jorge Yangali
Almandino, cuaderno de antologías poéticas (2018) es un proyecto editorial del grupo Uyay.art. En su primer número reúne los poemas de poetas jóvenes representativos de la macroregión del centro del Perú (Huancavelica, Junín y Cerro de Pasco y Huánuco). Aunque el mayor número de ellos tienen como lugar de enunciación a Huancayo.
El cuaderno está dividido en dos secciones. Cada poema tiene a modo de espejo una ilustración que complementa el sentido de lo dicho con palabras. Así como con algunos poemas, algunos dibujos esquematizan el significado del artista. Se trata de esquemas gráficos que se “inspiran” en el poema que les antecede; quizá esto sea el motivo de su limitación para adquirir autonomía y vida propia. Como espejo del poema, se constituyen en la primera interpretación de los mismos. Una primera lectura que trasluce aún la presencia del maestro de cuya perspectiva y hermenéutica el o los discípulos (pues son varios los ilustradores) procuran liberarse. Esta falta de autonomía quizá tenga que ver con el acto disidente de los integrantes de Uyay, quienes decidieron cerrar su periodo de aprendizaje en la Cofradía En Blanco, para emprender un proyecto nuevo; aunque, como lo notamos en sus ilustraciones, aún ligados a su escuela de procedencia.
La primera sección de la antología contiene los poemas de los integrantes de Uyay. La mayor parte de los poemas son de aprendizaje que tienen que cincelarse. El hecho de que se publiquen no quiere decir que se trate de poemas acabados. Más bien su publicación es una invitación a la réplica, a la crítica, a la retroalimentación de parte tanto del lector entrenado como del novel.
De entre esta sección quisiera centrarme en dos poemas; más, por motivaciones personales –quienes conocen mi trabajo identificarán en ellos mis intereses o líneas de trabajo– que por el valor inherente de cada poema. “El calor de esta tierra” de Alberto Sánchez Guillén nos habla de la experiencia del yo poético con el calor, la tierra y la gente que habita la región selvática del Perú. En su estrofa final se nos presenta la perspectiva de quien se ha enraizado en estas tierras e integrado festivamente su hegemonía, esto es la actitud celebratoria del colono. El poema recorre el proceso colonizador sobre la tierra, por lo que se inicia con el deslumbramiento de este ante aquel “cerro poblado [que] se deja ver”, la naturaleza y las costumbres-conocimientos de un poblador que antes de la llegada del colono habitaba esta calurosa tierra. En “No hay madre tierra”, de Yhon León-Chinchilla, el yo poético desmitifica la ancestral creencia en la dadivosa y sumisa madre, para restituirle su potencial caótico, material y entrópico. Así desmitificada, la naturaleza se impone sobre toda pretensión humana de culturizarla.
En la segunda sección, la de autores invitados, están nueve poetas. Algunos colaboran con poemas inéditos y otros con versos que ya circulan en el formato convencional de poemario. En esta sección encontramos poetas con temáticas más exploradas, con palabras más medidas, con perspectivas más afinadas. Me permito comentar dos poemas que nos ofrecen dos formas de padecer ante la realidad; una distópica y la otra utópica. En “Piedras gordas o sobre los primeros habitantes de Champamarca” de Albert Estrella, al sujeto poético le gustaría extraer, junto al minero, algo “brillante”, no obstante lo único que obtiene pese su esfuerzo para “quitarle toda redundancia, toda minucia…” son “toneladas y toneladas de sílice que infestan” sus pulmones. Una realidad adversa tanto para el minero como para el mismo poeta. Por su parte en “Poema final” de Gabriel Tiempo, el yo poético nos declara su acto contemplativo en medio de un apocalipsis en el que “la noche se confunde con los misiles/ Y las ciudades/ Siguen siendo bombardeadas…”. Un acto que trasciende mediante la hermenéutica de la mirada, de la contemplación a aquella anónima muchacha cuya virtud es la “de ordenar la caída de las hojas en el otoño”.
Cerraos este prólogo augurando nuevos cuadernos, nuevos poemas, nuevos escritores.
Huancayo, diciembre de 2018.
Jorge Yangali