«Ese arbolito querido,
el que guardaba mis sueños,
ahora refleja mi vida,
son extraños los misterios».
ULISES HERMOSA,
EN «EL ÁRBOL DE MI DESTINO»
En el imaginario colectivo de nuestra sierra central, un árbol no solo cumple una función ornamental en el paisaje ecológico, sino también, con esa dosis de panteísmo -propio de lo andino- es comprendido como un ser cargado de un tipo personalidad. En el siglo XVI, cuando Cieza de León visitó el Valle del Mantaro y el particular al oráculo de Warivilka, anotó la característica de unos molles que eran considerados como árboles sagrados:
Antiguamente, cabe la fuente ya dicha, edificaron un templo, a quien llamaban Guaribilca; yo lo ví; y junto a él estaba tres o cuatro árboles llamados molles, como grandes nogales. A éstos tenían por sagrados, y junto a ellos estaba un asiento hecho para los señores que venían a sacrificar…
Ahora bien, adentrémonos en la literatura de Luz Gina. La elección de la figura del árbol es bastante importante, en “De árboles y otros poemas para no morir” encontraremos árboles que nos van contando sobre sus vicisitudes, sus procesos de lucha, su proceso conocimiento sobre si mismos y su destino.
El poema «HOJA DIEZ», recuerda un adagio: “del árbol caído, todos hacen leña”, o en la versión de los Kjarkas: “Todos quieren hacer leña de un árbol que está caído, apuesto a que no lo harían de un árbol verde y florido”. En este caso, estos árboles han sido obligados a convertirse en papel:
Miles, cientos, ahora, todos somos “Yo” / sobre un árbol obligado a ser papel / aún del mañana que no será hoy, / buscando lugares en el tiempo intentando, tratando, fallando.
Un tema que me pareció especialmente recurrente en el poemario es el “hambre”. Desde esta óptica, el árbol en el poemario es una metáfora que alude definitivamente al ser humano, tal como lo entendió Ulises Hermosa que tras soñar una árbol desojado entendió que se trataba de su propio destino y su propia existencia. De momentos alude exactamente a ese ser humano tal y como lo concebía Hobbs, (“el hombre es el lobo del hombre”), un ser humano con dilemas que son provocados por sus condiciones socio-económicas. El hambre definitivamente tiene una connotación social y alude a las brechas abismales que tristemente todavía existen en nuestro país. El yo poético en este sentido nos relata muchas escenas de escasez y precariedad, como en el poema «HOJA DIECISÉIS»:
Me dejaste una cueva, pero he tenido hambre, y el hambre no te enseña a amar, el hambre no te enseña a soñar. ¿Y para qué amar si he tenido hambre? ¿Y para qué amar si aún no olvido el hambre?
El mismo motivo aparece en «HOJA VEINTISÉIS»:
Cuando mis cabellos eran de ébano tuve hambre, ¿sabes? me hinqué bajo la lluvia ¿sabes? el ruido de tu galope no escuchó mi llanto
Y para mí el poema más hermoso, es «ALBURA»:
¿Tienes un poco de arroz? Quiero revestir el vano que tiene mi sangre, quiero que su gemido no sea de hambre. ¿Tienes un poco de arroz?, cuando sea Lucero te lo devolveré.
Y con este motivo, es inevitable tener un espacio para la resistencia. Los «POEMAS PARA NO MORIR», justamente son espacios de constante lucha y resistencia, aunque también hay episodios en que el yo poético prefiere perder las batallas y son escritas a modo de Elegías.
A veces ese espacio de batallas son memorias, o es la propia mente que pelea consigo mismo, tal como lo concebía Jhon Milton: “La mente es su propio lugar y en sí mismo, puede hacer un cielo del infierno, un infierno del cielo”.
Pero los poemas que especialmente me llaman la atención son las de tinte heroicos, como el que de entrada nos presenta en el primer poema:
Si ves mi rostro, creerás mi aparente fragilidad, si ves mi llanto, conocerás mi verdadera tribulación, pues, ¡Yo! he sido atacada por una bestia, aquella, seccionó mis primeros años ¡me hizo añorar la muerte! Mi infancia creyó que la bestia cobraba en mi cuerpo el pan que apagaba mi hambre, la bestia gemía de placer enfermo, yo gemía por el dolor eterno. Para no morir, tomé un puñal, maté el aliento de la bestia.
Los espacios heroicos son siempre importantes o como diría Antonio Gramci: “el mundo es como es, pero podría ser diferente”.