Ronald Huiza Amancay
(Satipo, 1989)
127 Don basilio
128 Viejo, tenías razón…
129 Isabel
130 Corazón de invierno
132 Tierra de libertad
RONALD HUIZA AMANCAY
En almandino 2021
En “Don Basilio” es una prosa poética que nos cuenta la ausencia marcada de un personaje en un monologo. Las imágenes se van tejiendo en un contexto andino y Don Basilio se torna un ser que evoca la nostalgia, pero de pronto solo son recuerdos de alguien que ya murió y el hilo que separa con la muerte tiende a desaparecer. Esas vivencias resuenan en una memoria que mantiene fresca esas imágenes y la reproducen nuevamente en el presente.
Don Basilio, el tiempo no espera,
estoy cruzando los senderos;
sé que aún lo recuerdas,
dije que volvería trayendo la coca para pasar el día,
y tú sólo ahí durmiendo…
La fugacidad del tiempo muestra su piel y con ella logra traer de la muerte la figura humana que chakcha en el cerro. La angustia se hace presente cuando Don Basilio, a quien le habla de sus tiempos y sus rutinas, responda con la naturalidad que lo caracterizaba, pero ya no está.
Don Basilio, si tan solo despertases
se abriría el tiempo y los recuerdos,
y volveríamos a chacchar la coca mirando al tayta cerro,
como lo hacíamos recordando aquellos tiempos…
En “Viejo, tenías razón…” el yo poético se presenta como un adolescente que comienza a reflexionar de los consejos de su padre, sobre el pasar del tiempo madura esa decisión por alguien que ya no está, como en las coplas de Jorge Manrique, enarbola la perdida de un ser querido.
“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor”
Pero el contexto esta cargado de las rutinas y pesares que tiene el hombre como obstáculo, el oficio o profesión que ejerce se torna como aquello que le consume diariamente y la libertad fuera una utopía, como Gregorio Samsa de Kafka, que se convierte en un insecto producto de las programaciones a las cuales tiene que obedecer y el final ya es predecible.
créeme viejo, no nos damos tiempo,
ni para tomarnos un café contemplando el cielo,
o escribir que todo va bien sin mirar el hielo
que las sombras van cargando con sudor y esfuerzo,
o charlar mientras saboreamos el pollo muerto,
o silbarle al viento la canción de tus tiempos.
La nostalgia crece, el padre representa una luz en la oscuridad, como Dante que se encuentra asechado en un bosque oscuro y Virgilio tiene que aparecerse para rescatarlo y guiarlo por el sendero.
Hay seres embarullando sus sentimientos,
sucumbiendo al viejo reloj del tiempo,
viviendo del cronómetro pegado en sus espejos;
pero tú, viejo, alumbrabas los minutos muertos.
En “Isabel” el yo poético le dedica una elegía a la musa, como aquel ser que viene a la existencia y la prematura muerte la retiene entre sus brazos y tiene que partir entre el sueño y cobijarse en el más allá.
Las tinieblas y el viento
sólo envolvían de espanto aquellos recuerdos,
recuerdos de mi venerada Isabel,
que, a sus joviales años, dieciséis,
partió sin más, con alas de fuego hacia el más allá,
La forma cruel de su despedida crea un lenguaje directo y la transición de la tragedia se vuelve sutil, deja de recurrir al sufrimiento y a la frustración.
Ella, que despertaba el fuego en mi interior,
nació con esa ley natural
y se fue así, hirviendo en fuego…
Tal como nació…
En “corazón de invierno” nos muestra imágenes paulatinas dedicadas a la musa donde la nostalgia invade los rostros y el frío carcome el cuerpo. La tristeza se aglomera cuando ella pierde a su madre. Las imágenes sobre la pérdida de un ser querido son frecuentes en el yo poético, un sentimiento que aflora ante la muerte.
marchó sin miedo y se enfrentó al frío convocado por el
invierno
y en la orfandad de las cálidas palabras de su madre,
las banderas y caballos, hondas y escopetas
al son de los sonidos sembraban en América la valía;
Aquella musa, teñido con los colores andinos se yergue ante la pampa y la exaltación de su ser se siente gallarda, toma a la muerte como una oportunidad para desbaratar el tiempo, el sentimiento heroico se alza en sus pies, aquella mujer representa la valentía para el yo poético, su condición de mujer es suficiente para impulsar aquella valentía.
su carácter indómito de mujer
desbarató la eterna servidumbre
en las pampas donde el rayo ahuyenta
las esclavas manos de su madre,
¡allí, una doncella entre las primeras filas, la primera!
a combatir contra los tiranos se adelanta;
triunfa con ellos la bella musa,
pero… la vida se le derrama a cada paso,
no sufre, ¡es mujer!
El final le llega a la musa y la tragedia alborota en aquella escena y el silencio resuena cuando no encuentra a la musa sobre el manto y nuevamente el frío comienza a poblar.
La hora inevitable vino, reina el silencio…
Una hija, ha caído…
Allá, a lo lejos, más allá de estos caminos
En “Tierra de libertad” el yo poético dedica un canto a la tierra que lo vio nacer, desliza la figura de aquel hombre altivo que habita la serranía andina, de arrieros y montoneros que defendieron con gallardía a Junín, un motivo que enaltece el orgullo de sus habitantes.
En el llano occidente de los Andes
una ciudad se alza bajo el cielo infinito
de hombres con noble sangre en las venas,
hombres del sol y la fría neblina
El viento frío que puebla la serranía tiende lazos con los hombres que lo habita, lo toma como testigo de sus hazañas y quiere sumergirse en el vuelo de esos vientos, contagiarse de sus alas.
allí su voz contempló en el viento nuestras alas de
libertad;
libre a soñar y ver en sus techos los cielos eternos,
y en el abrumador silencio susurrarle al viento
y éstos a los cielos: Rayo no desciendas en la noche,